La formación, en sentido amplio, es imprescindible para todas las esferas de nuestra vida. Puede marcar la diferencia entre encontrar un empleo, mantenerlo o incluso progresar, o hacer tu negocio rentable y viable en el tiempo. Parte de los efectos de esta crisis en la economía familiar, individual, empresarial, pudieron haberse mitigado a través de una sólida formación financiera.

Es importante instruir en finanzas a la población en el actual entorno líquido y cambiante. Por supuesto debemos familiarizarlas con el uso del dinero y las transacciones financieras básicas. Prestar especial atención al conocimiento del riesgo, a su gestión y a la diversificación real de sus inversiones; insistirles en la necesidad de una planificación patrimonial y en la gestión activa de su ahorro; y finalmente, proveerles de  nociones que les permitan disponer de un juicio informado sobre las perspectivas financieras.

En países que tenemos como potencias económicas es muy habitual incorporar la Educación Financiera desde edades muy tempranas. Existen libros orientados a niños de cinco a diez años, con sus ilustraciones, sus historias de ficción, pero que poco a poco van familiarizando a los niños con conceptos económicos.

Esos países muestran tasas de ahorro elevadas. Existe una evidente relación entre ahorro y bienestar, entre capital y crecimiento. Supongo que tiene que ver que si han manejado conceptos financieros desde pequeños,  los manejarán más sabiamente cuando tengan que aplicarlos en su vida de adulto. Tal vez sea precisamente el nivel de educación financiera de su población el que explique su holgada situación económica como país.

El ahorro es la única fuente de riqueza, y sin él no puede existir un crecimiento sano. Y se ahorra por muchos motivos. Para tener un fondo de cobertura con el que hacer frente a imprevistos. Para tener la tranquilidad de que sé que tengo los gastos básicos cubiertos para los próximos dos años en el caso en que no pueda generar ingresos por causa de enfermedad o desempleo. Se ahorra para dotar un fondo para poder comprar una casa. Para poder complementar mis ingresos mensuales. Se ahorra para pagar la educación de mis hijos. Se ahorra para disfrutar de una situación económica más holgada cuando llegue la jubilación.

Desde el punto de vista financiero, ya no basta con el objetivo básico de un ahorrador, que no es otro que el de mantener el valor nominal de su ahorro. El objetivo del inversor es un poco más exigente, más en el entorno actual. Su objetivo es doble: no solo mantener el poder adquisitivo de su ahorro, sino también, lograr la adecuada diversificación y rentabilidad que le permita lograr los objetivos establecidos en su planificación patrimonial.

El logro de esos objetivos exige la ampliación del universo de activos a invertir –más allá de la cuenta corriente o el depósito a plazo-,  un seguimiento más exigente de sus inversiones, una visión a largo plazo, y sobre todo, una mayor formación financiera.

El ahorrador debe ser claramente consciente del importante salto que está dando, en esa necesaria migración de un perfil de ahorrador a un perfil de inversor. Este salto pasa obligatoriamente por un incremento de su formación e información financiera en materia de inversión.

Ahorrar hace tiempo que dejó de ser una opción para convertirse en una obligación. El actual entorno económico exige tener la preparación adecuada para una gestión de nuestro ahorro, no ya como ahorradores, sino como inversores. Conocimientos que le ayuden a valorar aspectos como liquidez, riesgo, plazo, lo que le permita hacer una evaluación adecuada de las distintas alternativas de inversión. Conocer las distintas categorías de activos y alternativas de inversión a su alcance. Saber qué instituciones y profesionales están autorizados a  proveerle de asesoramiento financiero en materia de inversión. Exige tener conocimiento sobre las distintas variables económicas o aspectos básicos sobre contabilidad y finanzas,…

La educación financiera es fundamental en el fomento del ahorro a largo plazo, favorece la protección al inversor y le ayuda en su transición de ahorrador a inversor. Ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad. Démosle la importancia que se merece.